miércoles, 24 de octubre de 2012






De la nada a nueve escaños. La irrupción de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE) fue una de las grandes noticias de la jornada electoral en Galicia. Con mes y medio de vida, la coalición formada por Anova y Esquerda Unida, con el apoyo de Equo y Ecosocialistas, fue capaz no sólo de entrar en el Parlamento, sino de hacerlo a lo grande. Superó el BNG y se convirtió en la tercera fuerza política con más de 200.000 votos.

“Beiras representó el voto desencantado, contestatario, indignado y romántico”, aseguraba en la noche del domingo un periodista gallego afincado en Madrid en su cuenta de Twitter. Algo de eso parece haber. La formación liderada por el histórico nacionalista y Yolanda Díaz, coordinadora general de IU, recogió el apoyo del enfado social y pescó también en caladeros socialistas y del Bloque, especialmente en las ciudades, donde su irrupción rompió con todas las expectativas. No fue tanto el voto de los desencantados con la política, sino lo de los desencantados con la vieja política. Eso es lo que piensan también en la denominada Syriza gallega.

Basta fijarse en los datos. Alternativa se convirtió en la segunda fuerza en A Coruña y Santiago, superando el PSdeG en esas dos urbes tradicionalmente socialistas. En Vigo, quedó a menos de 8.000 votos del PSOE, demostrando que su fuerza está en el voto urbano y en las villas de tamaño medio. De hecho, si extrapolamos los resultados de las autonómicas a unas municipales, AGE gobernaría en A Coruña y en más de una localidad mediana del país.

Pero la cuenta no es tan fácil. Nadie niega que el factor Beiras fue definitivo. Con 76 años y después de sus continuos enfrentamientos dentro del BNG, puso en marcha una nueva formación nacionalista, Anova, y discurrió un frente de izquierdas que fue menos amplio del que había querido pero cuyos resultados fueron mejores de los que nunca había pensado. Su valor intelectural y la impresión de ser el único capaz de enfrentarse a Feijóo de manera contundente hicieron el resto.

No fue él solo. Yolanda Díaz se empeñó en la Syriza gallega desde hace tiempo, consciente de que los apoyos de IU eran insuficientes para crear una alternativa a las fuerzas parlamentarias y a la izquierda representada en la Cámara gallega. “Nosotros solos no llegamos”, decía la coordinadora general de Izquierda Unida en una entrevista en Praza Pública a mediados de junio en la que tendía la mano públicamente a otras fuerzas progresistas, principalmente a una Anova que daba los primeros pasos.

Pero en privado, los contactos informales y personales venían de mucho antes, además de ser reforzados luego en las asambleas locales y comarcales de aquel llamado Novo Proxeco Común y en el que confluyeron en muchas ocasiones miembros de Encontro Irmandiño e Esquerda Unida.

En el Día de la Patria, el 25 de julio, lo que eran conversaciones y proyectos se explicitaron en la oferta que Beiras hizo a la izquierda gallega y a “fuerzas de izquierdas que acepten el derecho de autodeterminación” para conformar un frente amplio de cara a las futuras elecciones autonómicas, que ni tan siquiera estaban convocadas. La alusión era directa a Izquierda Unida, cuyas bases tenían bastante claro ya su apoyo a la convergencia con otras formaciones progresistas.

Anova e IU hicieron visible su colaboración y las bases apoyaron mayoritariamente la convergencia electoral. Aludiendo a la Syriza griega o al Frente Amplio del Uruguay, hicieron llamamiento a la unión de otras fuerzas al proyecto, incluido un BNG que, por razones obvias, ni pensó tan siquiera en la idea. Compromiso por Galicia, la otra rama que quedaba del galleguismo o nacionalismo progresista, amagó y a pesar de que en un principio rechazaba entrar en una frente junto a “fuerzas de obediencia estatal”, acabó apoyando la confluencia de las tres fuerzas por mandato de sus bases. Era demasiado tarde. Las descalificaciones de parte a parte entre IU y CxG y el avanzado del acuerdo entre Anova y la formación de Yolanda Díaz impidieron la creación de una plataforma electoral aun más amplia.

Aun así, Equo y Espacio Ecosocialista, que abandonó Compromiso por Galicia, se integraron en una coalición en la que la fuerza principal residía en Beiras y en Esquerda Unida. Ahí estuvo su fuerza. En recoger votos -y hacerlos útiles- de una IU que estaba en claro ascenso en Galicia pero que era incapaz de conseguir el mínimo del 5% para entrar en el Parlamento. Pero también en coger apoyos nacionalistas fieles a Xosé Manuel Beiras y de aquellos desencantados con la forma de hacer política y con líderes que carecen de la relevancia mediática y mobilizadora de uno de los fundadores del BNG.

Con escasos medios pero con ilusión -y con el apoyo mediático de grandes poderes que buscaron en su éxito a derrota de otros- AGE fue sumando y sumando en la campaña. Con mensajes claros, directos y sin ambigüedades, los mítines fueron aumentando en aforo y afluencia cada día. Y sin banderas partidistas. Ahí radicó parte de su éxito, en una estrategia copiada de la Syriza griega y que añadió figuras simbólicas como el "zapatazo" de Beiras que se convirtió en símbolo.

No consiguió su principal objetivo, que no era otro que “desalojar el PP”, pero sí abrió una nueva época política en Galicia, donde la oposición ya no es bipartita, sino tripartita. La izquierda se dividió y la derecha reforzó su mayoría absoluta ante el descalabro de Bloque y, especialmente, del PSdeG. Muchas personas que votaron a estos dos partidos en 2009 se quedaron esta vez en casa.

Ahora, queda ver cómo se organiza esa Alternativa Galega de Esquerdas en el Parlamento y en las numerosas villas y ciudades donde cuenta con un apoyo que ni los más optimistas esperaban. Beiras, en una entrevista en la Cadena Ser, advirtió rotundamente que la unidad de acción y común es para largo. “Somos mestizos como los mulatos que mejoran mucho la raza, no somos dos grupos cada uno por su lado como una plataforma para coger votos. Somos una alternativa con una unidad de acción y con un programa común y seguiremos así mientras dure la legislatura, que no sé cuanto durará”, finalizó. Al tiempo, César Santiso, portavoz de IU en A Coruña, abrió ya la puerta a “todas las fuerzas de izquierdas” que se quieran unir a un frente “que será mayoría”. Para eso, seguramente, aun habrá que esperar.

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