Si se repitieran las elecciones generales, la coalición de Podemos e Izquierda Unida podría ser la segunda fuerza política nacional, ligeramente por delante del PSOE y a cierta distancia del PP, según los datos del Pulso Electoral (I) publicado el pasado 7 de abril. La potencial suma de Podemos e IU alcanzaría el 20.8% de los votos, 0.7 puntos más que el voto estimado del PSOE (20,1%) y se quedaría a 8.2 puntos del PP (29%),
Este ejercicio de simulación contabiliza la predisposición a votar esta candidatura por parte de los potenciales electorados de Podemos e IU, ya que no sería prudente presuponer una suma aritmética directa del voto estimado para ambos partidos. En el momento actual, cuando aún se desconoce la fórmula exacta que tendría la coalición -y sin haber terminado de manera oficial el plazo para formar gobierno-, quienes votarían hoy a Podemos respaldarían esta asociación en mayor medida (76%) que los de IU (59%) y, en el caso de que finalmente se materializara, la votarían con toda seguridad el 67% y el 43%, respectivamente. Estas mayores reticencias entre los probables votantes de IU se reflejan justamente en el nivel de rechazo a la alianza: el 12% de sus votantes y solo el 3% de los de Podemos afirman con rotundidad que nunca le otorgarían su voto.
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El esquema cuatripartidista emergido de las elecciones generales en diciembre ha mantenido hasta hoy una cierta estabilidad, pero también es cierto que con algunas fluctuaciones importantes. El caso de Podemos e IU es destacado: desde enero la tendencia del primero ha sido decreciente (ha pasado del 22.5% de entonces al 17.0% de ahora) y la del segundo al alza (del 3.2% a más del doble, 6.7%).
El resurgir de IU se explica fundamentalmente por la atracción de votantes fugados de Podemos que, en este momento, se cifra en un 13% y que parece ir de la mano de una gran mejoría de la imagen de Alberto Garzón, que se presenta transversal en el electorado de la izquierda: entre sus propios votantes es prácticamente unánime la aprobación de su actuación política (91%), entre los votantes de Podemos es incluso superior a la de Iglesias (80% frente a 65%) y entre los del PSOE cercana a la de Pedro Sánchez (65% frente a 71% del socialista).
De acuerdo con estos datos -por ahora y con todas las cautelas presentes- se podrían dibujar cuatro escenarios hipotéticos sobre el impacto electoral que tendría esta coalición siempre y cuando la participación electoral fuera similar a la del 20D:
  • Escenario crítico: En el peor de los casos, es decir, si solo votaran esta coalición quienes actualmente dicen que seguro lo harían, el resultado que cabría estimar sería el 14.3% de los votos válidos. Menos de la mitad de quienes votaron a Unidad Popular (43%) y dos de cada tres a Podemos (67%) apoyarían la alianza si hubiera de nuevo elecciones.
  • Escenario prudente: Si a los que seguro dicen que votarían la coalición se incorporaran una parte importante (75%) de quienes hoy creen probable otorgarle su confianza, el voto estimado sería del 19.1%. En este caso, la hipótesis del 75% se apoya en el porcentaje de potenciales votantes de Podemos e IU que muestran intención de acudir a las urnas con toda seguridad. Otra estimación diferente de participación es susceptible de variar el resultado probable en votos.
  • Escenario de suma mayor: Un sumatorio de los potenciales votantes de ambos partidos que responden “sí” cuando se les pregunta si votarían la coalición, ya sea con total seguridad o con cierta probabilidad, se saldaría con el 20.8%. Sería un resultado prácticamente idéntico al que obtuvo Podemos en diciembre junto a las confluencias (20.7%), pero que le permitiría a la coalición superar por unas décimas al PSOE (20.1%), ya que en estos momentos los socialistas se encuentran 1.9 puntos por debajo del número de votos que ahora tienen (22.0%).
  • Escenario de efecto multiplicador: el hipotético resultado más alto que cabría estimar sería aquel que sumara a todos los que hoy por hoy tienen intención de votar a Podemos e IU -menos a los que afirman con seguridad que no votarían la coalición- y también a potenciales electores de otros partidos, como los del PSOE (un 2% afirma que seguro que la votaría y 22% que probablemente lo haría). Si la mitad de estos futuros votantes socialistas finalmente se decantaran también por la coalición Podemos-IU, el resultado máximo alcanzable se situaría en el 24.8%.
Existe un respaldo mayoritario a la coalición, aunque es más notable entre los electores de Pablo Iglesias que entre los de Alberto Garzón. Es una incógnita cuál será la reacción de la ciudadanía ante la implementación efectiva de este acuerdo -si es que se produce-, así que está por ver si estas actitudes mantendrán la tendencia en las próximas semanas y, sobre todo, durante la campaña electoral. Hasta entonces, lo que sí parece claro es que el estado de ánimo actual traducido en votos supondría una consolidación del modelo cuatripartidista con alteraciones en las posiciones de las principales formaciones políticas.