jueves, 30 de junio de 2016


 

Carta de Alberto Garzón a la militancia y simpatizantes de Izquierda Unida, tras las elecciones del 26J

Estimados/as compañeros/as,

En primer lugar, quisiera agradeceros a todos los militantes y simpatizantes el esfuerzo hercúleo que habéis empleado en esta campaña electoral. Ha sido una campaña hermosa, con los actos más multitudinarios de la época reciente en España y con nuestra gente dedicándose en cuerpo y alma, como siempre, a la tarea política del momento. Habéis llevado nuestro programa y nuestro proyecto político a cada rincón de este país. Y además gracias a ese esfuerzo hemos avanzado mucho en la construcción de un espacio político unitario, algo tan necesario en estos momentos. Sin vosotros esto no hubiera sido posible. Gracias.

No obstante, los resultados de las pasadas elecciones no han sido los que nos esperábamos. No hemos cumplido los objetivos para los que pusimos en marcha la coalición entre Podemos e Izquierda Unida. El Partido Popular ha salido reforzado, con más de setecientos mil votos adicionales, mientras que la coalición hemos perdido más de un millón de votos respecto de la suma de votos de ambas organizaciones el pasado veinte de diciembre. No hemos logrado derrotar al PP ni tampoco crear las condiciones parlamentarias para que nuestro país tenga un gobierno de izquierdas.

La reflexión sosegada y rigurosa se torna necesaria. Tendremos que analizar todos los datos e informaciones que tengamos a nuestro alcance en los próximos meses para averiguar qué ha pasado. No nos esperábamos este resultado, así como tampoco lo hacía ningún otro partido político ni empresa encuestadora. Probablemente en nuestra sociedad, y más aún en la izquierda, se han dado fuerzas sociales que no hemos sabido detectar. Yo el primero, que no supe ver con precisión qué estaba sucediendo en el electorado de izquierdas.

Lo que parece evidente, sin perjuicio de posteriores análisis, es que no hemos logrado seducir ni convencer a un electorado de izquierdas que sí confío en IU y en Podemos en las pasadas elecciones. La abstención nueva, los que se quedaron sin votar en esta ocasión pero sí lo hicieron en diciembre, prácticamente coincide con los votantes perdidos por la coalición. No está claro si este electorado se perdió ya antes de la coalición, por la frustración respecto a las negociaciones en la investidura, o si ha sido un fenómeno posterior. Pero sí parece claro que no hemos logrado convencer a todos nuestros votantes del momento histórico por el que atraviesa nuestro país. Tendremos que profundizar con calma en las causas de este hecho y en las soluciones que se requieren.

No obstante, es positivo que nos preguntemos si la confluencia ha sido una buena idea. Yo pienso que sí. La confluencia ha sido, en primer lugar, una estrategia racional que nos ha permitido mantener los escaños a pesar de perder en número de votos. Y en segundo lugar ha sido una buena idea en términos políticos, dado que es nuestra apuesta aprobada por la asamblea y es lo que nos permite empezar a construir un espacio político con enorme potencial de transformación.

Ahora bien, también debemos poner encima de la mesa el resultado político global. Desde el año 2011 hasta ahora el ciclo político de movilización y protestas ha producido un cambio radical en el sistema de partidos pero también en el espacio político de la izquierda. Mientras en 2011 únicamente teníamos once diputados en ese espacio, hoy hay setenta y uno. Se trata de un avance considerable, si bien insuficiente. Pero cabe recordar que la ilusión generada por las encuestas es solamente eso, una ilusión, y que nuestro espacio político nunca ha tenido tanta fuerza en el parlamento español como la tiene ahora.

Y aún así, el análisis no puede circunscribirse únicamente al hecho electoral. Nuestro país sigue atravesando una dura crisis económica y política que afecta a los fundamentos mismos de nuestra sociedad. La actual fase histórica del capitalismo está siendo gestionada por gobiernos neoliberales cuya gestión provoca un empeoramiento en las condiciones de vida de la mayoría social. Estas políticas son las responsables del crecimiento de la frustración y rabia de las clases populares, lo que ha alimentado el crecimiento de la extrema derecha en toda Europa y amenaza con hacer implosionar el proyecto de la Unión Europea, como acabamos de ver en el Reino Unido.

En nuestro país, sin embargo, en gran parte hemos logrado explicar la crisis desde las coordenadas ideológicas de la izquierda. Y el régimen aún sigue en crisis, incapaz de resolver la cuestión económica sin recurrir a duros recortes que afectan a su base social e incapaz también de alcanzar un escenario de gobernabilidad. Los próximos meses y años serán de enormes retos para las clases populares y para la izquierda social y política. Y para afrontar esa tarea nos encontramos más fuertes que nunca.

En nuestra XI Asamblea hemos aprobado la hoja de ruta que insta a construir confluencia y unidad popular desde la movilización social y el plano cultural. Sin duda toda confluencia electoral es insuficiente e incapaz sin esos otros dos elementos: la capacidad de construir una concepción del mundo diferente a la de la oligarquía y sin un movimiento popular protagonista. Estoy convencido de que ese es el camino correcto, y debemos aprovechar que tenemos una organización fuerte y unida. Nuestra mejora en representación política, con ocho diputados y dos senadores, estará igualmente al servicio de dicha hoja de ruta.

La hegemonía no es un concepto que se refiera a la capacidad de vender un producto en el mercado electoral, sino más correctamente a la capacidad de extender una alternativa concepción del mundo, cultural y social y por eso anclada en la vida cotidiana de las clases populares. Ese trabajo sólo se puede lograr con organización y con ideología, es decir, con compromiso colectivo y con proyecto político. Nuestra organización es la mejor preparada para esa función, y no vamos a fallar.

No hemos alcanzado nuestros objetivos electorales, es cierto. Pero tenemos una organización que está sabiendo construir un incipiente bloque social y político alternativo para gobernar y transformar nuestro país. Y tenemos una organización comprometida con un proyecto político llamado socialismo. Y tenemos, sobre todo, una militancia de oro que defiende estas causas en los mejores y en los peores momentos, y un montón de compañeros y compañeras que se suman en cada batalla, que comparten su tiempo y energía apoyando nuestro proyecto. Y ahora, pese a los ataques mediáticos, nos encontramos ante una fase histórica que abre un importante abanico de oportunidades. Aprovechémoslo.

Salud y República.

Alberto Garzón

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