domingo, 31 de julio de 2016


Mundo Obrero

EN NUMEROSAS ENTREVISTAS HABLÓ DE SU COMPROMISO POLÍTICO.Se apaga la voz de José MeneseEn las primeras elecciones municipales apareció en televisión pidiendo el voto para el PCE junto a numerosos intelectuales y artistas.
JUAN PINILLA  30/07/2016
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José Menese Scott, oriundo de la Puebla de Cazalla, era uno de los últimos exponentes del cante flamenco sin conservantes ni colorantes, sin aditivos artificiales que ensuciaran unas estructuras musicales tan genuinamente labradas por el pueblo andaluz a lo largo de los siglos. Nacido en este pueblo sevillano un 3 de diciembre de 1942, su salud llevaba años resentida por problemas cardiovasculares que lo habían llevado al quirófano en varias ocasiones. La calurosa tarde del viernes 29 de julio, su corazón dejó de acompasar.

Fue su paisano, Francisco Moreno Galván, artista de la Puebla, militante del PCE desde la clandestinidad hasta su fallecimiento, el que lo descubrió cuando Menese era a penas un adolescente e intercedió ante Antonio Mairena, maestro de los Alcores y tercera Llave de Oro del Cante quien, prendado de las formas cantaoras de aquel joven, lo hizo debutar en el Teatro Osuna.

La escuela cantaora de Menese ha sido desde entonces la que se deduce del legado del propio Antonio Mairena, y con esa música en el alma y el repertorio que moldeó para él su paisano Moreno Galván, conquistó corazones flamencos y no flamencos durante los años de la Transición, en los que consiguió colar al régimen las subversivas letras con las que, de forma lírica pero muy directa, protestaba por la situación y ausencia de libertad.

En nuestro libro “Las voces que no callaron”, escribimos lo siguiente sobre Menese: “El pintor y letrista Francisco Moreno Galván fue el paso decisivo hacia las letras protesta. El repertorio de José Menese vino como agua de mayo sobre un mundo que ansiaba la libertad. Moreno Galván, movido por sus inquietudes políticas y por el rechazo a las “machaconas” letras que se repetían una y otra vez, confeccionó una copiosa obra de letras renovadas con alto contenido social. Muchas de ellas tomaron forma en la voz de José Menese:

Que pestilente amasijo
con los eternos valores
el brazo seco de una santa
el Opus Dei y los masones
con el demonio y el Papa.

Primeras y augustas damas
nobles hijos de algo y ussia (bis)
los que España se vendimian
la ilustre archicofradía
del zarpazo y la rapiña.

Y una casta compañero
que reparte dividendos
y con ansiosa avaricia
a cachos se van comiendo
patria, panes y justicia.

Y los pueblos se despueblan
y a paso a paso caminan (bis)
cubriendo por Europa
los talleres y las minas
de clase trabajadora.

Que el ayer como el ahora
Miguel Hernández y Besteiro (bis)
Centeno y Julián Grimau,
mil estudiantes y obreros
muertos o martirizaos.

La importancia de Menese y de Moreno Galván en esta época es crucial, no ya sólo su compromiso estético, musical y poético, si no el ejemplo que como seres humanos dieron por su coherencia y su resistencia. Tenían claro el mensaje y claro el vehículo a través del cual canalizarlo.

Moreno Galván sentenció en aquellos años por qué el poder se aferraba al poder, en clave de bulerías por soleá:

No quieren soltar la prenda
Porque España la ganaron
-golpe a golpe y muerto a muerto-
como trofeo de guerra.”

En las primeras elecciones municipales apareció en televisión pidiendo el voto para el PCE junto a numerosos intelectuales y artistas. Sentencioso y directo, polémico y controvertido, quienes lo conocían de cerca dicen que poseía un gran corazón. En numerosas entrevistas habló de su compromiso político durante los 70 y aunque aseguraba que los tiempos habían cambiado y a veces incluso renegaba de aquello, la historia no se puede cambiar y su entrega y valentía fueron innegables. Rivalizó con muchos de sus compañeros por considerarse más “puro” que ellos, cuestiones que en el flamenco se han sucedido desde que este arte existe, enfrentando “pureza” con "vanguardia” y que han alimentado un interesante debate que llega hasta nuestros días. En declaraciones, polemizó también con la aseveración de que para cantar flamenco había que sonar “gitano”, como él se reconocía a sí mismo.

Disputas a parte, su maestría era innegable. Entregado y apasionado por seguiriyas, tonás y soleá, había cultivado en sus casi 30 discos gran parte de los estilos flamencos como mirabrás, bulerías por soleá, fandangos, tarantos o bulerías, siendo su fuerte los estilos más duros del arte flamenco.

Había alternado con los artistas de más solera del flamenco, la música y la literatura, durante sus cuatro décadas de estancia en Madrid, años en los que fue primera figura de los festivales más importantes, compartiendo cartel con Camarón, Terremoto, Chocolate, Farruco, Fosforito, Fernanda y Bernarda, Morente y un largo etcétera, y en los últimos tiempos se había vuelto a su tierra natal, buscando la tranquilidad de su pueblo.

“Uno vuelve siempre, a los viejos sitios, donde amó la vida”, decía Chavela Vargas, y José Menese, cantaor hasta el último momento, se ha ido desde el viejo sitio donde amó la vida en un verano negro para el mundo del flamenco, que aún no se ha despedido del todo de Juana del Revuelo, el maestro tocaor Juan Habichuela o el también cantaor "El Lebrijano", cuando vuelve a llenar de tristeza el adiós de una de las figuras cantaoras más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

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