Carta a la militancia de Izquierda Unida
Compañeros y compañeras, no descubro nada nuevo si digo que vivimos tiempos convulsos. Tiempos de incertidumbre en los que los proyectos vitales de mucha gente se están quebrando como consecuencia de la crisis económica y de la gestión neoliberal de la crisis. Trabajadores despedidos, jóvenes que han de emigrar, familias enteras desahuciadas y estafadas por la banca, abuelos y abuelas que tienen que sostener con sus pensiones a sus hijos y nietas… No sólo nos roban nuestros ahorros y nuestras conquistas sociales sino también nuestro futuro. Ante ello somos conscientes de que sólo cabe la solidaridad y la organización de la gente que lucha por un mundo más justo. La historia nos ha enseñado que es en estos trances cuando más importante es que prevalezcan los valores y los principios. Son esos valores y principios los que nos han permitido a lo largo de la historia conquistar derechos y libertades. Y es que los derechos no se negocian ni subastan sino que se arrancan a la oligarquía.
Os escribo esta carta en agradecimiento por todo el trabajo que estáis haciendo en esa dirección. Estoy profundamente orgulloso de pertenecer a una organización y un proyecto político en el que participan personas como vosotras. Y estoy muy satisfecho de los resultados que estamos teniendo con ese trabajo en común. Sin duda, hoy estamos más que preparados que nunca para afrontar los próximos meses con la mejor de las expectativas.
Hemos dejado atrás meses duros en los que nuestra única brújula ha sido la ética de la convicción, esa suerte de combinación entre principios e intuiciones de la experiencia que nos guía en la construcción de una sociedad más justa. Y con dificultad pero con éxito hemos contribuido decisivamente a constituir plataformas de unidad que han logrado alcanzar gobiernos municipales, al mismo tiempo que hemos conseguido incrementar la representación municipal de nuestra organización a lo largo de todo el Estado. Pero sobre todo hemos seguido estando en los conflictos sociales y laborales defendiendo a las clases populares, a nuestra clase social. Allí donde se ha producido un Expediente de Regulación de Empleo, un desahucio o cualquier otro tipo de injusticia, allí habéis estado al pie del cañón los militantes de Izquierda Unida. Y lo habéis hecho sin pedir nada a cambio, dejándoos la piel por evitar el sufrimiento de la gente humilde, de la gente como nosotros y nosotras. Habéis demostrado, como siempre, que lo único que nos ha importado ha sido el compromiso con la justicia social. Y gracias a ese trabajo hoy tenemos una organización más cohesionada, fuerte y útil.
Quiero aprovechar para agradeceros también vuestro sobresaliente esfuerzo para que el proceso de primarias de Ahora en Común – Unidad Popular haya finalizado con tanto éxito. Sin duda, el trabajo de tanta gente de Izquierda Unida ha contribuido a que tengamos las mejores candidaturas que se presentarán a las próximas elecciones generales. He visto cómo habéis estado en las asambleas defendiendo la Unidad Popular, sacrificando el tiempo de vuestras familias y el vuestro propio, a veces sin ni siquiera poder descansar, y todo ello para contribuir al fortalecimiento de la izquierda en momentos clave para nuestro país.
Y, por supuesto, quiero agradeceros esa confianza que habéis depositado en mí para que sea el representante de este bello proyecto político. Estoy convencido de que cumpliré las expectativas y os confieso que me encuentro muy fuerte y animado. Palpo en el ambiente, hablando con el vecindario pero también con la gente con la que me cruzo por la calle, que hay mucho entusiasmo con una candidatura y un proyecto como el nuestro.
También quiero pediros que sigáis dando ejemplo como hasta ahora. Esta campaña electoral necesitará de la experiencia y la energía de todas las personas de Izquierda Unida. Necesitamos volcarnos en las calles, los barrios, los centros de trabajo, las redes sociales y allí donde podamos explicar nuestro proyecto político. Somos conscientes de que hemos perdido muchas veces. Qué nos van a decir a los militantes de Izquierda Unida, resistentes al bipartidismo y a la corrupción del sistema. Años y años combatiendo el neoliberalismo, la depredación de nuestro planeta y las corruptelas de quienes prometían trabajo basura a cambio de votos. Mientras el bipartidismo obtenía el 90% de los votos, las personas de IU compartíamos espacios con otros y otras para resistir sus cantos de sirena. Decían que Maastricht, el Euro y el milagro económico eran inevitables y grandes recetas. Protestamos, nos manifestamos y luchamos. Pero vencieron en las urnas y en las conciencias. Hoy estamos como estamos, precarizados y abandonados a la suerte del capricho irracional del mercado. Pero no nos rendimos, ni nos rendiremos. Salimos ahora con toda la fuerza que nos dan nuestros principios y también la conciencia de que hay un horizonte distinto para nuestras vidas. Que otro mundo es necesario, pero también posible.
Somos los de abajo, por supuesto. La mayoría somos de izquierdas. Muchos, como yo, somos también comunistas. Todos hemos sufrido en nuestras carnes las consecuencias de las políticas de saqueo del bipartidismo y la troika. Y sabemos que la solución pasa por hacer las cosas de otra manera, y de unirnos en torno a un proyecto de ruptura democrática, de ecología política y de feminismo. No es fácil, pues nadie dijo que cambiar el mundo lo fuera. Pero ese es el proyecto al que yo pertenezco. El que cambia la ética de nuestra derrota por la ética de nuestra victoria, el proyecto de la transformación social.
No permitamos que vendan nuestro país a la oligarquía, que nos empujen a un futuro de miseria e incertidumbre. Construyamos la posibilidad de un país más justo y digno. Un país en el que ni el hombre ni el sistema oprima a la mujer; un país donde la gente esclavice a la economía, y no al revés; un país que entienda que sin el planeta no somos nada; un país que recuerde y reivindique su historia democrática para construir un futuro mejor; un país en el que cada hombre y cada mujer puedan construir sus propios proyectos de vida con dignidad; un país que construya un futuro sin capitalismo; un país solidario con los pueblos del mundo, que apoye a los hermanos y hermanas del Sáhara, Palestina y Cuba; un país en el que el los únicos reyes que existan sean los de la baraja, un país republicano.
Compañeros y compañeras, gracias y adelante. No olvidamos que pertenecemos a la historia, a esa historia que hicieron los hombres y mujeres que lucharon antes y a esa historia que haremos los hombres y mujeres que luchamos ahora.
¡Salud y República!
Alberto Garzón